Despedida al HuertoLab, un espacio “para hacer barrio”


A una semana del cierre del HuertoLab, repasamos todas las claves de este acontecimiento que ha movilizado a los vecinos del barrio de Santa Eulalia, en Murcia.
Cuando a mitades del mes de noviembre le dijeron a Rosi Vélez -vecina del barrio de Santa Eulalia desde su juventud- que el huerto que ella y los otros residentes del barrio llevaban cultivando y cuidando con tanto cariño los últimos cinco años se clausuraba, lo primero que sintió fue una mezcla entre incredulidad y desazón: “tanto que hemos hecho por este huerto, y tanto bien que nos hacía él a nosotros”.
Este lamento tiene una explicación que se remonta a antes de que naciera HuertoLab. Hace seis años el espacio que una vez ocupó el huerto era un solar, fruto de un edificio que se derruyó, en el que “muchos incívicos pasaban y tiraban bolsas de basura, llegando a convertir esta zona en un nido de ratas”. Conscientes de que se trataba de un solar con dueña, el Ayuntamiento cedió -según valora Vélez- a los vecinos este espacio para adecentarlo.
La corporación de vecinos de aquellos años acordó entonces montar un huerto autogestionado, contando con la colaboración del Ayuntamiento solo para hacer frente a las facturas de luz y agua.
El proyecto fue hacer un huerto urbano, pero no uno al uso donde cada quién planta sus cosas y se las lleva, sino uno donde cada quién pudiera llevarse lo que quisiera. Tras esto, el objetivo principal, que siempre fue “crear ciudadanía, hacer del huerto un lugar de encuentro social”, matiza Vélez, “porque las ciudades con el tiempo han ido perdiendo los lugares de encuentro sociales, como eran las placetas donde la gente salía antes a tomar el fresco, e incluso todo el vecindario sacaba la cena para que los niños comieran de casa en casa”.
“Como esto se ha perdido por la modernez”, sentencia entre risas, “nosotros quisimos hacer de este sitio un punto de encuentro personal y cultural”. En cuanto a la matización de lo cultural por Rosi Vélez, cabe señalar que el HuertoLab ha llevado a cabo a lo largo de los años una programación cultural sistemática: lecturas de cuentos y poemas, representaciones teatrales, charlas, firmas con autores, mercadillos, conciertos… “E incluso cumpleaños de los niños del barrio”, recuerda Vélez “que eso era una delicia”… “Como sea, nosotros éramos conscientes de que el huerto era una propiedad privada, y eso lo respetamos porque somos unos vecinos constitucionales. Lo que nosotros deseamos es quedarnos con el huerto a satisfacción de todo el mundo”.
Lo primero que los vecinos hicieron fue pedir al Ayuntamiento que comprase el solar, también pidieron una compensación del solar con otra zona, un traslado del huerto: “Antonio Abellán, que es uno de los grandes defensores del huerto y es arquitecto, hizo un par de planos de distribución para mostrarle las diferentes alternativas al Ayuntamiento”.
Pero los vecinos afirman que todo se ha quedado en palabras vacías, aunque no terminan de creerse que se hayan agotado todas las líneas de comunicación con el Ayuntamiento. Han organizado performances, carteles con quejas que están pegando por todo el barrio, una auténtica movilización en redes… y nada parece ser suficiente.
Rosi Vélez, por su parte, se pregunta si alguna vez tendrá la suerte de involucrarse en un proyecto tan bien organizado y con unos valores tan importantes. De poco sirve ahora la nostalgia, queda mirar hacia delante y seguir agotando vías.
El Ayuntamiento defiende su postura frente al desalojo del HuertoLab
En 2017 el Ayuntamiento de Murcia firmó con los propietarios la cesión temporal del solar, con una condición: cuando estos lo reclamasen, podrían hacer uso del mismo; y así ha sido, ya que hace más de un año que lo reclaman, y escapa de las manos del Ayuntamiento el poder negárselo.
Sin opciones por su parte, fue cuando el Ayuntamiento avisó a todos los usuarios que tuviesen objetos personales o enseres para que procediesen a su retirada, comunicándoles el cierre del proyecto HuertoLab. Los objetos que no fuesen retirados a tiempo serían trasladados a un almacén municipal, al que los propietarios podrían acceder previo contacto con el servicio de Parque y Jardines.
Los concejales del equipo de Gobierno y los usuarios que utilizaban el solar mantuvieron distintas reuniones con las que llegaron a un acuerdo para trasladar el espacio verde a la plaza Cristo Resucitado, en el mismo barrio. Sin embargo, el equipo de Gobierno indicó que “a pesar de este acercamiento, los usuarios del HuertoLab decidieron de manera unilateral, y en el último momento, romper las negociaciones que tenían por objeto buscar una nueva ubicación”, además de destacar su “firme voluntad” para “estar siempre abiertos a la negociación de soluciones satisfactorias para los usuarios”.
En cambio, los usuarios aseguran que no se ha atendido su reclamación y piden al Ayuntamiento “que anteponga el interés general de los ciudadanos, que defienda el patrimonio de la ciudad y que cumpla la legalidad sobre espacios verdes”.
Como forma de protesta, los usuarios trasplantaron las plantas del HuertoLab a otras zonas del barrio identificándolas con una pegatina y subiendo a redes sociales fotos y vídeos en los que denuncian la falta de espacios verdes en este entorno.
